¿Por qué un UX gana más que un UI?

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Me fui de party con Lou Rosenfeld, de Rosenfeld Media.

Bueno… en realidad no tanto, solo me lo encontré de camino a una fiesta del ILA19 en Medellín, y luego cada uno partió por su lado (lo siento, tenía que empezar con una oración poderosa).

Lo relevante es que dos días después, en la gran charla final del evento, Lou Rosenfeld presentó el concepto de “la prisión de los momentos”. Les hago un mega-resumen: nos quedamos “prisioneros” de un momento cuando nos atornillamos a un concepto que ya perdió vigencia. Liberarse de estas prisiones implica re-pensar estos conceptos y entenderlos en un contexto más actual.

Lou ponía el ejemplo de un Arquitecto de Información: la industria ha cambiado tanto, que lo que en su momento fue un título prominente hoy casi nadie lo tiene como descripción de trabajo en Linkedin.

En el vuelo de regreso pensaba en este concepto y se lo conté a Paul, UI Designer en Banco Ripley. Tras listar todas las responsabilidades de nuestro trabajo, Paul capitalizó la discusión con una pregunta: ¿Por qué un UX gana más que un UI?



Es curioso: en mi mente, automáticamente, se generaron un montón de respuestas posibles, pero todas partían de un concepto viejo de UI, una “prisión del momento”.

Llevé esta pregunta a otros espacios y obtuve respuestas similares. La conclusión común (que yo también, inconscientemente, compartía) es que un UI cumple un rol “menor” al del UX. Bajo esta mirada, el rol de UX es más estratégico, mientras que el de UI es, básicamente, ponerle color a las pantallas y quizás sugerir una nueva tipografía, pero eso es todo.

¿De dónde viene esta idea?


¿En qué piensas cuando te digo “UI Designer”?

Hace poco asistí a un meetup de una comunidad de diseño. Una de los asistentes al evento, recién egresada de Diseño Gráfico, preguntó cómo hacer el traspaso a UX. La respuesta, compartida por varios otros asistentes, fue: el salto hacia UX es grande, primero tienes que pasar por UI.

Esta idea de “escalera del progreso” es bastante recurrente en el mundo del diseño. Bajo este concepto, UI es una versión previa, una pasantía, que te permite probar el mundillo de las experiencias digitales, para luego ascender al mundo del UX.

Del mismo insight que da pie a esta idea, nacen otros conceptos como “UX no es UI”, o “si tiene UI, pero no tiene UX, entonces no sirve” (ya he hablado de este mito en otro artículo)

Entiendo de dónde viene todo esto: existió, en su momento, una necesidad de revalorizar el rol de UX, dándole ese giro más estratégico y holístico. Para lograrlo, se creó una (¿falsa?) dualidad entre UI y UX. La idea de fondo era despegarse del concepto tradicional (“UX hace pantallas chéveres”) por uno más acorde a su labor (“UX mejora la experiencia”).

Luego vinieron los memes.

La idea pegó. Hoy, cualquier gran corporación que se respete tiene su área de Innovación, con un puñado de UX Designers que ya dejaron en claro cuál es el valor que aportan al negocio y cómo este valor va más allá de ponerle color a las pantallas.

Esto, sin embargo, dejó un espacio vacío: si los UX no embellecen las interfaces ¿entonces quién lo hace?

Y como ya se había marcado el camino, la industria le asignó ese rol al UI. Pero en la práctica, los UI hacemos mucho más.


Los nuevos roles de UX y UI

Cuando se empezó a popularizar el término UX, quienes lo agarraron eran básicamente diseñadores digitales con ganas de más. Así que una vez invitados al buffet sirvieron todo lo que pudieron en su plato: estrategia de negocios, herramientas de investigación, métodos de management, frameworks de desarrollo, y claro, conocimientos de interacción.

Luego notaron que habían tomado más de lo que podían o querían comer, así que abandonaron todo lo que consideraron menos relevante para su “nueva identidad” como UX’ers. Hoy, la UX trasciende las interfaces, y los UX Designers modernos están más del otro lado del espectro: más en contacto con los usuarios y el negocio, más en la investigación y en la estrategia; y menos en la parte del traspaso de todo esto a una pantalla.

Conozco y he trabajado con UX Designers que conocen poco de modelos de interacción, usabilidad, o accesibilidad, porque su rollo está en entender a los usuarios, en detectar insights, o en armar estrategias de engagement más allá de las pantallas. No los culpo, ni pienso que hicieran un mal trabajo. Todo lo contrario, he tenido la suerte de trabajar sólo con UX Designers excepcionales.

Por otro lado, los UI Designers modernos tenemos más contacto con las pantallas y más experiencia aterrizando, en el lenguaje de la interacción, las necesidades que un UX ha encontrado.

Este es mi caso y el de varios UI’s en la industria, como Paul: gente especializada en la interacción, gente construyendo estructuras pensadas para la escalabilidad, en cómo transmitir la identidad de marca, en cómo perfeccionar la usabilidad, en cómo mejorar la accesibilidad. Todo eso dándole el twist creativo, que en un universo de diseños estandarizados y tiempos cortos es, como sabemos, bastante difícil.

La ruta de escape de la “prisión del momento”

“Nico, entonces bastará con que vaya con mi jefe y le pida un aumento de sueldo”

De hecho sí, y si le muestras este artículo como fundamento, pues puntos extra para ti.

Pero siento que esto va más allá de pedidos o actos individuales. Para cambiar la percepción que tienen de nosotros toca hacer un esfuerzo colectivo, en el que involucremos a toda la comunidad UI. La idea es repetir lo que en UX hicieron en su momento, cuando se especializaron en temas de negocio y estrategia. A este proceso lo llamo profesionalizar la profesión.

En esencia, profesionalizarnos significa ir más allá del aspecto visual. Nos toca tomar más responsabilidades y especializarnos en este espacio que ya es prácticamente de nuestro dominio: la interacción. Traducir esto en acciones sería, por ejemplo:

  • Armar los wireframes, porque son la herramienta principal para hablar de interacción con el equipo.
  • Conducir los test de usabilidad, porque nos dan feedback inmediato de qué tan bien está funcionando la interacción.
  • Hacernos, en general, owners de la interacción y de las pantallas, haciendo QA Visual y de componentes.

Esto no quiere decir que esta labor es potestad única y exclusiva de los UI. Pero sí significa que tenemos que empezar a alzar la voz y participar, de manera más contundente, en estas decisiones.

Tampoco significa “dénnos más atención porque somos geniales y la merecemos”, sino empezar a generar relevancia en torno a nuestro trabajo, dándole un peso más profesional-especializado y menos artístico-intuitivo.

Esto a su vez implica sumarle a nuestro background visual otros aspectos valiosos para diseñar interfaces: interacción, usabilidad, accesibilidad, fundamentos de programación, analítica de interfaces, etc. Eso sin olvidar otros soft-skills: comunicación interpersonal para presentar lo que diseñamos, trabajo en equipo para hacer delivery más eficiente, capacidad de síntesis, etc.

Si queremos romper con la prisión del momento en la que está la industria, y como consecuencia, ganar lo mismo que un UX, este es nuestro trabajo de ahora en adelante.

Ya luego, cuando estén todos distraídos, conquistamos el mundo.

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